Aquel verano by Meredith Duran

Aquel verano by Meredith Duran

autor:Meredith Duran [Duran, Meredith]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Romance, General, Serie Los temerarios 01 -
ISBN: 9788415962366
Google: PN3ABgAAQBAJ
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2015-03-05T03:00:00+00:00


12.

—¡Qué curioso! —exclamó Katherine Hawthorne, y su voz dominó claramente las conversaciones de las seis personas sentadas entre ella y Liza—. ¿Cómo puede una calcular mal el número de asientos?

La respuesta era sencilla: una no sabía que una rata se colaría en su fiesta. Sin embargo, una no confesaba semejante cosa a no ser que deseara que su relación con dicha rata fuese objeto de un grado muy incómodo de especulación.

Desde el lugar que ocupaba en la cabecera de la mesa, Liza fingió no oírla. Su vino constituía una buena excusa para la falta de atención. Alargó el brazo hacia su tercera copa; se las había arreglado para beberse dos, muy deprisa, mientras el servicio solucionaba la cuestión de los cubiertos. No obstante, ni siquiera se sentía achispada. Quizá el efecto del vino fuese indistinguible de la conmoción que ya hacía que le diese vueltas la cabeza.

No solo era un mentiroso, sino el hermano del duque de Marwick, nada menos. Ningún autor teatral habría podido concebir mejor ironía. ¡Cómo se habría reído Nello!

Lord Weston se inclinó hacia ella desde la derecha con expresión comprensiva.

—Un buen servicio puede ser muy difícil de encontrar —dijo.

Lord Weston tenía una nariz preciosa. Recta y firme, y no demasiado grande. Sus labios no eran tan gruesos como cabría desear, pero eran sinceros y no decían mentiras.

—Eso es muy cierto —convino ella.

—¿Te está fallando Ronson? Pues estaré encantado de arrebatártelo.

Eran palabras de Sanburne, que estaba sentado a su izquierda y hasta ese momento se había dedicado a tontear con su mujer. Formaban una pareja curiosa: Lydia era una erudita remilgada, mientras que James era uno de los hombres más guapos de Inglaterra y, hasta hacía poco, uno de los más disolutos e irresponsables.

—A Ronson no le pasa nada —repuso Liza.

En ese preciso instante debía de estar de pie detrás de ella. No se atrevió a mirar. Su mayordomo era capaz de poner las caras de enfado más tremendas.

—¿Sufre demencia? —preguntó James con interés.

Liza miró muy deprisa por encima de su hombro, pero Ronson había abandonado su puesto junto al aparador, seguramente para ver cómo iban las cosas en la cocina. ¡Gracias a Dios!

—Solo mal humor —contestó, volviéndose de nuevo hacia la mesa—, pero, eso sí, goza de un oído excelente.

—Mejor —replicó James alegremente—. Podemos echárselo encima a mi padre y esperar un homicidio.

—James —dijo Lydia en tono de censura.

Él suspiró.

—Tienes razón, Lyd. Sería demasiado cruel para Ronson.

Liza se acabó el vino y le produjo gran satisfacción ver que un lacayo se acercaba enseguida con más. Su personal de servicio era excelente. Y muy orgulloso.

—Si no deseas que te envenenen la sopa, James, es mejor que limites tus ocurrencias a los invitados.

Lydia dejó bruscamente su cuchara sobre la mesa.

¡Santo cielo! Eso había sido una metedura de pata. Liza le echó una ojeada a Weston, que miraba su propia sopa con el ceño fruncido.

—Solo era una broma —dijo Liza.

A continuación trató de soltar una carcajada tranquilizadora, pues a nadie le gustaba tener una anfitriona amargada. Su risa chirrió como un torno oxidado.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.